domingo, 25 de octubre de 2009

EL PORQUERIZO

EL PORQUERIZO


Érase una vez un príncipe que andaba mal de dinero . Su reino era muy pequeño ,aunque lo suficiente para permitirle casarse, puesto que esto es lo que el príncipe quería hacer. Por su parte fue una osadía ir directo a la hija del emperador y decirle en la cara - ¿me quieres por marido?-Si lo hizo , ya que la fama de su nombre había llegado muy lejos . mas de cien princesas lo habían aceptado, ¿lo haría ella? Pues vamos a verlo.


Para halagarla le di unos de mis pocos bienes preciados de los que aún disponía .
-Milo llévale la bella rosa de la tumba de mi padre como regalo, vuelve con la respuesta de la princesa.
Y allá fue mi siervo con su andar apurado junto a la princesa .
A las pocas horas apareció con una cara extraña.
-Contéstame , ¿que ha dicho? - pregunté impaciente.
-Ha tratado a la mas bella flor de su reino con indiferencia.

Cavilé toda la noche en un regalo estupendo , justo al amanecer ,los primeros haces de luz me trajeron la respuesta.-Ya está , le daré el ruiseñor, cuyo canto es capaz de enamorar a cualquier doncella -.
Mi siervo no trajo tampoco buenas noticias con lo cual ideé un plan magnifico para ver si a la princesa yo le importaba o no.

Al día siguiente aparecí en el castillo vestido con harapos y me ofrecí como porquerizo .

Tras mi primera jornada de trabajo preparé un puchero rodeado de cascabeles , que cuando cocía sonaba la canción ¡Ay querido Agustín , todo tiene su fin¡, y que cuando se ponía el dedo en el vapor se podían oler los guisos de todo el reino . De pronto las damas de la princesa entraron en mi cuarto y preguntaron en nombre de esta , que cuanto pedía por el puchero , a lo cual yo conteste que diez besos de la princesa. La expresión de sus caras mudó de manera brusca y se marcharon por la puerta .
Al rato las doncellas aparecieron y me propusieron 10 besos suyos en vez de los de la princesa. Mi respuesta fue un no .
-Diez , ni uno mas –dijo la princesa decidida irrumpiendo en mis aposentos.
Sus siervas nos rodearon para que nadie nos viera y recibí mis correspondientes diez besos de los delicados labios de la princesa.

Al tiempo hice una carraca que tocaba los mas maravillosos valses del momento. La princesa me mandó otra vez a sus “mensajeras” para preguntarme el precio de cuan magnífico instrumento.
Multiplique la cifra por diez .
-¿Cien besos? – sus rostros lo decían todo
Como esperaba ,aparecieron otra vez ofreciendo diez de la princesa y el resto de ellas .Mi respuesta rozó el limite de su indignación.

La princesa , con un disgusto fingido accedió, y otra vez rodeados por sus doncellas nos dimos cien besos.
A todo esto el rey nos sorprendió y nos expulsó a ambos del reino.

Mientras ella se maldecía y lamentaba .yo me limpié la cara y me cambié de ropa. Cuando salí de detrás del árbol que me tapaba le dije –Te muestro mis desprecios ,te negaste a aceptar a un príncipe digno. No fuiste capaz de apreciar la rosa ni el ruiseñor,y, en cambio, besaste al porquerizo por una baratija-.

No tubo más que resignarse y decir ¡ay querido Agustín , todo tiene su fin¡

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